20 de abril de 2013

MI PRIMER CUENTO CORTO.-Beatriz Fredes de Restivo . (BeaRes)

BUSCANDO...”ESO”






INTRODUCCIÓN



Si me preguntan porque escribo esta pequeña y “aparente” trivial historia, les contestaría que mi mundo de niñez y adolescencia fue tan circunscrito, tan limítrofe, tan falto de conocimientos viajantes, tan de casa a la escuela, estudio, tareas rutinarias y salidas de familia humilde y de hijos huérfanos de padre. Llenos de madre conservadora y de su amor…pero además, sin posibilidades económicas, que ni siquiera se supuso, lo bueno de salir al mundo a adquirir experiencias nuevas

La vida avanza y el tiempo da oportunidades nuevas. El mundo se abre. ¿No?.. ¿O lo abre cada uno?

Además creo: Ser guardiana de antiguos relatos y como dice Clarisa Pinkola Estés, “la fortaleza de las mujeres se puede recuperar efectuando amplias excavaciones, “psíquico-arqueológicas, en las ruinas del subsuelo femenino.”

Se me ocurre que no faltarán valores. Que habrá “desmedidos sentimientos”. Cantidad de recordaciones difíciles, que naturalmente-algunas- he logrado trasladar a superficie.

Me despierta ternura tanto el pajarillo pequeño, como la grandeza de las personas que cantan el himno a la llaneza honrosa. En amplia banda: todo lo que el mundo evidencia como lo creado con amor por Dios, en quién creo y amo.

Son tan velados mis sentimientos, que ni siquiera se ha percibido, de que modo sé y puedo amar a mi prójimo acorde a la significación taxativa de la palabra. ¡Amo mucho!

Por todo esto, un día desperté en la casita a la vera del arroyo Felipe, con la necesidad de esto…”Intentar” cantarle a la vida natural, a sus hombres y mujeres… ¡Un canto nuevo!, un canto de alegrías, y revelar la belleza profunda, que desde la lancha, pasando” lánguidamente”, no se ve... ¡y qué es de una lindura inimaginable!... Ir a las entrañas de las islas del Delta Argentino.

Descubrir alguna historia desigual.

“Acá”, algo que les debo como respuesta. Después de casi un año…la comunicación de lo vivido y mi emoción.
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SIEMPRE ES TIEMPO DE ASOMBRO


Capitulo I



Años atrás, hicimos un paseo por la “Venecia Argentina”, el Delta del Tigre.

Desde la lancha interisleña, miraba prendada, la vegetación de multiplicidad de verdes, las variadas y coloridas enredaderas trepadas hasta las ramas de los árboles, las coloridas y altas casitas, hosterías, bungalós, los placenteros raudos pasajes de poderosas lanchas, las despojadas mujeres tomando sol mientras la embarcación avanzaba.

El ruido de motores rasgando el agua. ¡Todo un fantástico exterior! Eso llama a la ensoñación. Sin embargo, es la “puntilla” que bordea las Islas…

Mientras el río se siente vulnerado, en su enorme poder de crecimiento, a menudo inesperado, para el común de los que no habitamos permanentemente ese paraíso; y solo conocen quienes ¡SÍ!... nacieron y permanecen en las Islas. Por ahora digo: los isleños y ya verán porqué.



Un tiempo después, me invitaron a vacacionar en la Isla, a la vera del Arroyo Felipe.

Acepté y allí fuimos durante un mes.

Habitamos, lo que parecía la última de las casitas de ese lado de la rivera. Pero no era así…continuaba un terreno enorme que se cubría de agua siempre, doblaba el caminito siguiendo el recorrido de arroyo.

Y sí… ¡había un lugar final!, al que no llegué en esos primeros días. Ya les contaré. Solo vi de lejos…

Cada amanecer tenía nuevas, y ya “dramatizadas” inquietudes por avanzar más lejos.

Nuevas mundologías y nuevas experiencias.

Todo se me hacía misterioso. Todo me llevaba a observar y tomar recaudos y acaso me planteaba alertas.

Un mundo nuevo se desempaquetaba para mi curiosidad innata.

Mientras cortaba hortensias, levantaba con disimulo mi mirada para observar lo y los que nos rodeaban.

Desde niña enfrentar un mundo o situación nueva, fue para mí, un desafío que me cautivaba pero que me sobrecogía.



Sólo distintas costumbres y hasta algunos extranjeros habitantes estables, que trabajaban duramente, a los que dejé de observar con recelo. Por ahora digo:” los isleños”.

En este punto pude diferenciar entre ellos y los forasteros. Hay en el auténtico isleño, un inmenso amor por todo lo que le rodea, aún por lo más simple. Todo le alegra… y festeja “la marea” como si solo corriera un hilito de agua.

Descubrí que había sido muy ignorante en mi sondeo…y que mi mundo se había mantenido en la pequeñez de lo cercano y habitual.

Pensaba sobre mi comportamiento y concluí valorándolo como una niñería… ¡lugares difíciles hube recorrido en mi función social!

Con esta actitud, logré ser una más en la Isla, dialogando con los trabajadores, cuando regresaban de sus tareas o haciendo amistad preguntándoles sobre temas que ellos manejaban muy “idóneamente”. ¡Esto los halagaba!...seguro dirían: “la forastera me preguntó”. Creo, desde mí, que estas nimiedades dan lugar al otro a demostrar que sabe, (lo que habrá sido necesario para vivir allí)…pero que puede transferir al que parece más “léido”. Esto iguala e instaura la posibilidad de diálogo.

En general obran encuadrados en una psicología positiva: son optimistas. Muchos no esperan más que ser eso: “lo que son”. Por cierto, se manejan sin apuros, pero concentrados en lo que realizan.

El contacto con los medios de difusión, los tienen, y esto forja un cambio comunicacional, que seguro no existía en generaciones anteriores habitantes de esas mismas tierras.

Aserradores vueltos en carpinteros, amantes de la naturaleza tornados cuidadores de todas las casas desocupadas como Orli, tratando que la maleza no avance en las ausencias, Ramón que baja de la lancha colectiva y desconozco la ocupación pasa lentamente por la veredita paralela al Arroyo Felipe, pero responde al pedido: “Hey Ramón me cambia la bombita pues no alcanzo”. Abandona su camino, vuelve sobre sus talones, se trepa, con habilidad y gusto pleno. Su sonrisa buena y sus habilidades múltiples. El paraguayo Celso, atento a mi temor a la marea desatando su lancha a las 6 hs. tranquilizándome antes de partir: “tranquila doña, dado como hizo la luna y como viene pintando no tenga miedo”…y parte.

Mientras no puedo menos que mirarlo con agradecida ternura e inesperada admiración existencial.

Y párrafo aparte merece el Taller del Artesano de esa vera del Arroyo Felipe: el ve sus piezas como creaciones bellísimas, como piezas únicas: ¡Y lo entiendo!, porque es su obra de arte nacida de lo que tiene, desde lo imaginario y supuesto. Su tradicional expresión cuando observa gente caminando: “¿Va para el taller?”…

Estos son los personajes que tuve más cerca y en quienes confiaba mis dudas, en ciertos momentos. Ellos eran lo lugareños guía; Y sumo las dos maestras de Isla, ante quienes hago genuflexión cortesana.

De todos aprendí mucho.

Enfrente…cruzando el arroyo… ¡SÍ! , cruzando por el puente, la otra vera, que es ni más ni menos que otra Isla, se encuentra el almacén de ramos generales y un par de casitas más.

A la vuelta una pareja joven con las delicias elaboradas con las típicas nueces de la zona, la nueces Pecán, y mientras la joven vende el marido navega con el bote acompañando el recorrido. ¡Maravillosa muestra que con lo que hay “se puede”. Desde la simpleza de vivir en esta creacioncita de Dios: “se puede”. Me conmueve esta escena. Me entusiasma y envidio sanamente, lo que me lleva a dejar en palabras esta postal.

Los días pasan y un familiar me informa que los lugareños hablan de un “misterio” que hay en la Isla, y añade: “caminá hacia el fondo”. “Dicen que hay un santuario” Curiosa, inquieta en la búsqueda de lo desconocido, ilusionada por lo oído, caminé hacia “el fondo” de la casa patinando entre greda cada vez más blanda y grisácea. Me tomaba de las ramas para avanzar más al fondo….DESENCANTO: no encontré nada.

Al día siguiente conté lo hecho y todos rieron: debía avanzar hacia “el fondo”…pero de la Isla. Es que esta forastera, mide frente y fondo de la casa, conforme al urbanismo de la ciudad mediana donde habita.

Perdí, pero seguí obstinada. Y seguiré buscando “eso” tan quedamente revelado por los isleños “históricos” de esta Isla.

¿Cuánto encierra ese…”Eso”?...por qué tanto secreto?...por qué cuando revelan el dato mueven los ojos temiendo que alguien esté observando, percibiendo?...

Ya lo sabremos… ¡me prometo saber, investigar, penetrar, lo que los ojos movedizos no revelan, lo que la palabra bajita pone misterio y complicidad al dato.



Muchos detalles, muchos otros, muchas maravillas no quedan plasmadas en este relato.

Hoy mis ocasionales amigos isleños, anuncian al mejor estilo “astrónomo”, que habrá marea… Es atardecer caluroso de febrero.

Mientras desde algún desembarcadero cercano, voces jóvenes y no tanto, visten de tango, folclore y romanticismo, vibrando las cuerdas de sus guitarras.



Los niños de la Isla y los porteños, suben al puente y observan desde el puente mayor: ¿Habrá entrado al Felipe suficiente caudal para lanzarse desde allí al Arroyo?

Mientras, las aguas deslizan disciplinadamente, entrando con ramitas, hojas, rastros, cada vez más grandes.

Voy saliendo ¡ya! de esta pretendida pinturita. Quiero llegar al misterio del silencio que les conté precedentemente. No sin antes....



Dejar la imagen de la casita vieja donde tejí este proyecto y el caminito que debí recorrer hasta el fondo del “místico secreto”…ahora lo haremos juntos.

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AQUÉL ATARDECER VOLVÍA RAMÓN.

Capitulo II



Su saludo cordial, mientras iba pasando, inclinando su cabeza que denota cortesía mezcla de cortedad, de “soslayo” mira… y entonces averiguo con disimulo:”Amigo que lo sabe todo del río”, veo que está entrando abundante agua y muy rápido en el Felipe, arrastra mucha hoja y ramas, amigo”.

Ramón suave y apenas volteado hacia mí, sonríe y contesta:”cuando vea “dentrar” el agua por atrás de la casa, es que se viene la marea, no se asuste doña”.”Habrá marea , tal vez, por la madrugada”…y sigue su camino, mientras…

“Sonríe y agrega, ¡va a mojarse un poco los pies, pero se va rápido”!…Pensé: “¡Cómo te amo Ramón cuando auguras!”

Imposible esperar sin recelo.

Tan mansa despreocupación de un “práctico” hace más sensible la preocupación de un profano.

Lo demás corre por cargo de quién les narra.

No dormí. De pié y de a ratos, me acercaba a la ventana corría el cortinado miraba hacia el frente, un lado y el otro, pero el agua no se veía.

En un momento de mi noche en vela, por la lateral izquierda de la cabaña, deslizaba hacia el arroyo “sin prisa pero sin pausa, como las estrellas”, un hilo fino de agua, pero increcendo. Me asombro. Voy hacia atrás como indicaron Celso o Ramón o también Orli.

Si!, Ellos conocen los grandes y los pequeños fenómenos de la naturaleza. Ellos son los empíricos biólogos, geólogos, astrónomos de esas “tierras flotantes.”

Allá atrás todo era bañado por las aguas, eran rápidas, ¡no más quietud! Seguro: el río se cansó de esperar su tradicional movimiento invariable. Era tiempo de desbordar, como es tiempo en la vida del hombre “salirse” para soltar bridas innecesarias. Algunas fueron necesarias para madurar. ¡Crecer!.

Al despuntar el día, muy tempranito y casi corriendo, llegó un salvavidas llamado “amor”.

Allí, “el amor perceptivo del parido con amor”, llega a reducir los temores de los viejos. “¡Vamos a casa viejos!” Y esto suena protector. Suena a sangre de sangre.

Comienza otro día y este fue de travesuras improvisadas por mi hija Fernanda- amante de la aventura en medio de la naturaleza, de características muy a su estilo y como ella misma repite: “ el estilo no se corrige”…y me transformó en una compinche de andanzas.

Esto me hizo feliz. Nunca imaginada tanta locura a mi edad. Ella reía sin ambages mientras me tomaba fotos.

Lamento dejar a Uds. una imagen, dónde la costa no se divisa y el arroyo continúa sobre los terrenos y jardines.

Mí querido amigo Ramón no me había revelado tanto: (picardía de baqueano bueno y de inteligencia práctica para transferir calma).

Bajaron las aguas dejando una experiencia nueva, por lo cual siempre digo: “Gracias a Dios, tenemos el bendito regalo del “asombro”.

Pasaron un par de días. El barro colaboró conmigo. Solidificó.

Me dije: ¡ahora o nunca!

Debo llegar al lugar señalado.

¡Debo llegar a eso que los habitantes llaman “Eso”! Me intriga y lo quiero “esclarecer”.

Acá comparto con William Shakespeare: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira".

Quería usar mi cristal. No tendría paz hasta “sentir en mi cuerpo total”…”Eso”.

Ver, sentir, racionalizar lo que fuera posible, deducir y coligar. Ver si lo investigado por lecturas: era “Eso”.
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DESANDANDO EL CAMINO DE LA RIVERA…

“ESO”

Cap.III

Una tarde, acompañada por Fernanda y Deisi, caminamos hacia “el fondo”…

¿Recuerdan lo que conté al comienzo? Esta vez, hacia el fondo del caminito de lajas.

Caminé detrás. Ultima del grupo y aún hoy me planteo ¿por qué?

Pasos lentos del grupo, acompañados por el comienzo de un bello atardecer.

Caminamos cuadras… ¡no se cuantas!. Varias.

Sin mirar para atrás y platicando sin temario.

Y Fernanda que dice: “Acá es”.

Nos detuvimos un instante, un cartel de madera tallada a mano decía: “Negadá”.

Mis compañeras de búsqueda, seguían conversando, mientras yo oía solo su murmullo.

¿Qué me pasaría que avanzaba lenta y silenciosa?... ¿qué?... con esa carencia absoluta de todo ser.

Ahora, habiendo pasado tiempo del momento vivido, lo podría definir como curiosidad fronteriza al temor a lo desconocido; Tal vez, como contrariedad, y frustración.

Me habían hablado de “santuario” y esperaba encontrar eso. Observé respetuosamente cada pormenor del lugar, sin acordarme siquiera de los “relatos de lo gnomos que rondaban”.

Mientras las acompañantes departían, caminé lentamente. ¿Hacia qué?

Terreno cuidado por alguien, algunos árboles de pequeño porte, no frondosos. Casi ramas.

Un banco de plaza entre ese cuadrante que formaban los arruinados árboles. Esto a mi derecha.

El artesano había dicho: “ahí estaba la casa de Mamina”. ¿Lo había dicho o yo pensaba en los comentarios que corrían?.

Mirando al frente, “erigiéndose” dos moles cuidadosamente pintadas de blanco, encortinadas. Actuales. Extrañas a mi juicio.

Silencio ¡y nadie!

Ningún misericordioso orando. ¿O no era santuario?...Yo pensaba hacerlo.

Me animé y avancé hacia la escalera de una de las moles blancas. Puse mi mano sobre el picaporte y lo estaba girando sin efecto, cuando escucho la voz del “artista” de la Isla que me dice: “ ¡no se puede dentrar”!

Avanzaba hacia nosotras “manejablemente”. Intuí que era el momento ideal por la serenidad “artesanal” que manifestaba el andar.

Pregunté: ¿Cuando se podría entrar?

Y me guardé este pensamiento. ¿Porque me hablaron de un santuario y una misteriosa historia de muchos años atrás?

Su respuesta fue la de otros: no poder hablar mucho porque ¿Ud. Sabe Doña? No más explicación. Y agregó: “cuando vengan de arriba”.

Me pregunté si yo me confundía con el léxico de ellos, ya que me había pasado con la palabra “fondo” que en realidad era, lejos y al final del arroyo. Ahora oía:”cuando vengan de arriba”.

Comencé a pensar que la primera expresión que menciono, no tenía mayor relevancia para lo que ahora imaginaba. La segunda: “cuando vengan de arriba”, si tenía, y comencé a tejer en mi mente una leyenda dado algunos “códigos enigmáticos”.

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Y ACÁ COMIENZA A DEVELARSE EL SILENCIO Y EL MISTERIO.


Capítulo IV





En Negadá y a orillas del Arroyo Felipe, isla de la primera sección del Delta del Tigre, en ese segmento de tierras isleñas, vivió Dña. Josefina Rosalía Luque Álvarez.

Nacida en Córdoba en 1893, de familia acomodada (como mencionan los vecinos “más informados”, había estudiado con Las Hnas. Carmelitas, luego se trasladarían al Delta y en 1939, fundaría una especie de escuela de estudios esotéricos.

Por generalización, el esoterismo se referiría a toda doctrina que requiere un cierto grado de iniciación para estudiarla en su total profundidad. Solicita conocimientos sobre una corriente filosófica o religiosa.

En contraste, el conocimiento exotérico es fácilmente accesible para el público común y es transmitido libremente.

Se cuenta que durante 30 años, parecería haber recibido canalizaciones, relatos de la vida de Cristo.

Revelaciones de civilizaciones desaparecidas, como Lemuria, Atlántida, así como otras razas ignotas, y relatos ocultos en manos de hermandades poco conocidas como Esenios y Kobdas.

Josefina Rosalía, para los isleños (Mamina), en realidad, habría fundado lo que se lee como Fraternidad Cristiana Universal.

Fue considerada como Instructora de almas.

Habría que leer sus Libros: “Arpas Eternas” 9 en la total y “Cumbres y llanuras” entrando en tiempos de los Esenios. Estudios profundos, dudo que nos llevarían al escenario.

Mamina es referida en lo encontrado en mis lecturas, como Hilarión del Monte Nebo.

Este no sería el seudónimo, puesto que este personaje mencionado, coexistiría como un “maestro ascendido” del cual recibiría canalizaciones.

Solo trasmisor de inspiraciones, como tantos otros mencionados.

Lo refieren los isleños y también los textos:

Mamina, mujer fuerte, sincera, noble y servicial, parecería haber sido consultada ante cualquier problema existencial y ella era leal consejera.

Simple, de mirada profunda y andar ligero, se “consideraría” haber sido amada por los habitantes, por su llaneza y bondad. Y si fue amada tiene la dicha de seguir viviendo. “El olvido después de la muerte, es morir dos veces”.

Y acá convendría preguntarnos: ¿Era una elegida? O gozaba de poderes de médium?

Ella habría partido para Florida, en la Provincia de Bs. As. por una inundación bravía originada en 1940. Pero regresó.

La isla y Negadá, sería su lugar de vida.

También de muerte fechada en 1965.

En lo que allí llaman santuario, (lo dicen los escritos y también algunos pobladores)

Estarían las cenizas de Mamina descansando eternamente.

No sé más que por escritos sobre Josefina Rosalía y debo declararme indocta sin ninguna satisfacción.

Yo hubiese orado allí, si alguien sin temores me hubiera transmitido esto que después leí.

Más allá del esoterismo o exoterismo. ¡Hubiese orado!

Si se la recuerda, es amada y ella debió haber amado.

¡Sí que amó!...también se recuerda su amor.

Es que cuando lo místico se despliega el amor se extiende.

Me queda de esta historia un sabor a ensueño…un sabor sorprendente-

Vida, misterios, religión, amor, riqueza versus pobreza …¿o acaso “Observancia” y no pobreza?

Tuvo familia y esposo que falleció. En algún escrito y entre los isleños memoriosos o retransmisores, después y durante su viudez, cuentan un amor prohibido de Mamina. Una transgresión de la amada Mamina. Joven y compañero hasta su muerte.

En sus memorias Mamina se refiere al amor que nace desde la espiritualidad. Habla del amor dentro de la familia y de compartirlo todo.

Se lee también su nombre y apellido. Y ha publicado de distintas formas, su homenaje...

Este Nombre, este personaje fue su compañero hasta el final. Pero aún hoy, viven sus familiares en la Isla.

¡¡Como fuere la historia!!: al derecho o al revés, Mamina fue mujer espiritual, amó para sí y tuvo para los semejantes.

Hoy me interrogo: ¿Fue distinguida por Dios? Es ficción?, ¿es exoterismo?

Al derecho o al revés de lo narrado, Mamina es el misterio que solo podría revelarse en plática con versados y con sus discípulos.

Mientras Mamina es parte del folclore en la Isla del Delta y a la vera del Arroyo Felipe, yo quedo cautivada.

Paso a este siglo y no puedo menos que valorar una mujer, que si fue de clase social alta pudo, porque quiso, merecer un lugar más abajo pero más adentro de su propio ser.

Si amó dos veces, lo consideraría muy razonable. ¡Yo también!... Y también: cualquier otro mortal, pero transgresor para la época que le tocó.

A esta altura del relato, eso, que llamaban “Eso”…con tanto mohín escondido, no es ni más ni menos, que la vida de una mujer que vivió con espiritualidad, con sacrificios, con humildad con amor, con servicio a los semejantes.

Si fue elegida por Dios o dotada de claridades insondables, es difícil “arribar a puerto”.

Mamina debe ser considerada un ícono en Isla junto al arroyo Felipe.

Quisiera dejarles aquí, la imagen de su casa y “su imagen” ya anciana, con mi mayor respeto, pero no debo.

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POR TODA ESTA SENCILLEZ…


Capitulo V



Mamina no se inquietó por la compilación de sus borradores escritos, que alguna vez se harían libros.

Ataba prolijamente con hilo, domésticamente encuadernados.

El valor lo consideraría en el pensamiento escrito y no en el cuidado de las formas.

Estaba legando lo suyo: ¿lo revelado o lo imaginado?

Legaba… lo demás no importaría a su temperamento… ¡indudablemente!



Ahora, quién relata aquí, hará algo parecido:

Atará las hojas de su escrito con hilos de profundo respeto y sensibilidad.

Casi con afecto, porque la vida le permitió esta experiencia distinta.

Con gente tan simple como los gorriones de vuelo rasante, como el suave deslizar del arroyo tranquilo…

Se va oliendo el verde de variedad total y mira con nostalgia la pluralidad de ellos.

Buscando el “ESO”, se enriqueció en una Isla pequeña.

Hasta siempre, Misterios!!!.

BeaRes.